21 de septiembre
El horizonte se tiñe
de dulzura y quietud.
La coqueta neblina
huye despavorida
en pleno afán por volar.
El humo de la eterna pipa
forma siluetas oníricas.
Blancura radiante
destella las humanas pupilas.
Con algarabía el azahar
ahonda en las divinas ánimas.
El valle, celoso,
asiste al espectáculo.
En escena, se libra tierna batalla
entre imaginarios contendientes.
La rabia, el calor y el fulgor
ya dan paso a la plenitud.
Dos corazones caminan
hacia el mismo destino.
Dos almas, unidas,
en un mismo lugar,
Donde da la luz.
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El jolgorio del silencio salpicaba
de oscuridad la habitación.
Tenue luz cruzaba temerosa
el umbral de la libertad.
Trovadores alzan sus
apagadas notas al aire.
Cantos del ayer que
ahondan en la herida del hoy.
Imágenes de blancas fachadas
sobre verdes lienzos.
Pureza de amor
y esperanza de anhelos.
Morada silueta que marchita reluce.
Jazmines que, un día,
envidiaron tu sonrisa.
Sueños de pesadillas fututas.
Mares que gritan tu nombre.
Ecos que martillean el alma.
A querer me enseñaste.
Y hoy, en la prisión en la que me encerraste,
sólo sobreviven llantos del corazón al que engañaste.
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La calidez de la habitación enfría
mi corazón con brabuconería.
Ya no lucho por tus labios,
ni por tus endulzadas mejillas.
Ni siquiera tengo fuerzas
para desear ver tu caminar.
Mi cuerpo yace en constante penumbra
sobre el lecho del olvido.
Mis manos lloran palabras.
Te busqué sin descanso
por los rincones del viento.
La arbolada se estremecía
por mis cantos al vacío.
El sol se nublaba
al oír mis miradas perdidas.
Maldito mundo terrenal
que huye de lo divino.
Anhelo volar en el olimpo
de tus cabellos.
Reir en tus pechos
y sollozar en tus sonrisas.
Probar la jalea
de tu altanera voz.
Sin ti,
la luz es oscuridad.
Sin ti,
no sé amar.
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De frío pesar se inunda
el alegre brillo del desvelo.
Sonatas y sones del ayer
que se parapetan en la puerta del olvido.
Valkirias empujadas por Wagner
que llaman al futuro.
Suave caminar, eterna plenitud del paso,
fe en el pisar y fiereza al avanzar.
Tristes escollos resuellan.
Ánimo y soledad en la muchedumbre.
Risas, ecos que se evaden.
Lejanas parecen quedar ya las raíces,
desde lo alto del árbol.
Ríos, montañas, valles y estupor nos separan.
Querida mía, sabia locura,
deliciosa savia emanan de nuestros llantos
en peregrinación hacia el sur, nuestro sur.
Ya se oye el chocar de las almas
en las frías y duras rocas.
Llenan de calidez la estampa de mi corazón.
Querida mía, te añoro, te adoro y te lloro,
esté donde esté,
sabré que sigues ahí,
meciéndote con galante ímpetu,
azotada por la rosa de los vientos.
Tu tez de oro,
amamantará los deseos del destino;
y tu silueta,
continuará siendo destino del deseo.
Querida mía, jamás serás yo, pero yo siempre seré tu.
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La escarcha mañanera ya hiela los campos.
Fuera, es invierno y el frío azota
sin piedad mis mejillas.
Dentro, es verano y el Sáhara
pasea por mis entrañas.
En semejante vaivén de contrastes
se debaten mis pensamientos,
a veces aletargados y otras inquietos.
Cavilaciones que pasan a convertirse
en sentimientos,
rendidas ante el calor que derrite los fríos.
Pasiones que llegan a ser
pesadas cargas sobre mis hombros
pero que, sin embargo,
con ganas y tesón me encaro a soportarlas.
No, no soy Atlas soportando la esfera del mundo,
tampoco soy el airado Hermes,
más bien me parezca
a un soñador Ícaro
empujado tiernamente por Dédalo.
…y yo que te quiero.
El sol quema todo mi cuerpo,
la tierra ya es pura ceniza celeste;
los árboles cobijan a la diosa del cante
y sus voces inundan todo el espacio.
Allí Lucena, al otro lado Moguer,
enfrente Chiclana, aquí Alhaurín…y sol,
sequedad, rostros enjutos y tristeza;
mis manos y mis pies hablando
y mi boca andando con mis ojos,
el corazón seco y quemado,
el agua de mis ríos levanta polvaredas
al pasar levemente mi pensamiento.
En mis manos y en mi cara…Andalucía,
en mi casa pobreza y resignación, dolor,
en mi pasado “voces de muertes
en el Guadalquivir…”
en mi futuro trovadores falsos en busca
de la sangre de mis hijos, de mi Andalucía
en mi presente…
La tierra cepa del olivo podrida
amamanta, olvidada de España crece.
Mis hijos, sus sudores y los míos la aman,
el sol la mata y nos mata…lágrimas.
Ella continua fusilada.
Todos los días hay una flor en su tumba.
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Una vez más, como marinero al amanecer,
tomo los remos de la barca de mi alma.
Una vez más expongo mi amor
al silencioso traidor mar de tu corazón.
Ya mis palabras van a intentar
librarse de un naufragio seguro,
serán los últimos gritos de un marino
que semiahogado, buscará con desespero
los cabos de la salvación.
El mar al romper en las rocas
tu nombre gritará
y al volver de vacío
mi nombre sonará.
Las gaviotas, cada amanecer, llorarán por ti.
El sol, cuatro versos al aire soltará.
El mar, cuatro lágrimas amamantará.
Yo cuatro veces te pediré amor
y tú cuatro veces me lo negarás.
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Venía una estrella, punteada, plata;
también venía un lucero, resplandeciente,
y cuando todo parecía claro, la noche.
Azul y plata envuelto en mi sueño,
todo diáfano, aparecía la luna.
Yo seguía semiperdido en mi mente
y los rayos de luz caminaban…
Por mis ojos iban saliendo las estrellas,
los párpados poco a poco cerrados;
llegó la noche a mi cerebro.
De todos los momentos aquel venía
eternamente a mí… a ti se iba.
Luego un punto brillaba lejos,
en un momento imaginaba tus pupilas,
de nuevo la oscuridad.
Tus pupilas eran negras y reían.
La noche se iba, temía despertar.
Venía el día amarillento rojizo
envuelto en tul, envuelto en espumas.
Te levantabas de mi lado, mi cama,
lentamente te vestías mis ropas,
observaba semicerrado los ojos.
No querías despertarme…. y estaba despierto.
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Maice, te voy buscando por doquier
y en los campanarios aleteo
esperanzas a la resurrección.
Donde da la luz.
Promesas baldías de salvación
del cielo lejano que guardas
para aquellos que dicen amarte.
Donde da la luz.
Y vas perdiendo en este mundo,
desconocido para el amado,
besos recónditos y abrazos.
Donde da la luz.
Correteas por las entrañas
cancerígenas amada doliente
comiendo de aquel amor, tu amor.
Donde da la luz.
¿No comprendes tu vana ilusión?
Maice, llora en silencio de infierno,
aquí ya no me quedan lágrimas.
Donde da la luz.
Ese absurdo vaivén granítico
de ideas hiladas en canuto
que adornan tu frente amada.
Donde da la luz.
Has observado el barlovento
que te lleva, henchido de amor,
ignotos deseos de mi corazón.
Donde da la luz.
Recoges las cenizas muerte
que quiero vivir para amarla,
ella me espera en casa ornada.
Donde da la luz.
La quiero y ella me quiere
donde da la luz.
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Corría llevado por el viento
el mensaje vestido de blanco,
en tanto que las rapaces
aves acechaban el camino.
Maquiavélico pensamiento real
y yo galopando en su vestido.
De lecho en lecho, de flor en flor
arduo caminar noctívago.
Venidos de la quinta estrella
¡oh hechicera de mama!
Tranquilamente iban los albores,
en su ya corto paseo, llegando.
Seguía al pie de la verdecida
encina de mis sufrimientos.
Aquella noche, había vuelto
a sus andadas, de nuevo, el príncipe.
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Con ternura amamanta de esperanzas el devenir.
Eterno vaivén de rubores que con tesón adornan el horizonte.
Pinceladas de blanca pureza que enarbolan con humildad
el entrelazo de las palabras.
Gritos que de fiereza colman las entrañas.
Dunas engalanadas de mar.
La Rosa de los Vientos sonríe al pesar;
la luna, celebra el caminar.
Ríos de arena calman la sed.
Almas con afán de ser.
Vidas que de ganas de vivir rebosan.
Ojos que con dulzura el mañana agasajan.
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Hoy, hace frío. El invierno coletea
amargamente en su último letargo.
Hoy, la tez de las sonrisas y de la esperanza
se disfraza de temor.
Hoy, es seis de marzo y vuelves a nacer.
Tus mejillas jamás volverán a conocer sus manos.
Tus lágrimas nunca se derramarán en vano.
Pero, tu alma, tu alma crece con fiereza
y tesón hacia tu destino.
En tu ser, siempre vais a cruzar las miradas,
hablaréis de vida, de poesía,
de amores perdidos, de los recuperados,
de política, de Andalucía,
de Alhaurín, de Málaga y del azahar
inundando tus pulmones, vuestros pulmones.
Tu corazón latirá por dos.
Tus manos escribirán con su alma.
Llora, grita y enmudece la rosa de los vientos.
Te darás cita en el papel,
en los escritos de servilleta,
en tus sueños y pesadillas.
Sudores fríos te amamantarán
de ansiedad por buscarle.
Correrás sin rumbo sin saber que está contigo.
Y al final, al final siempre sonreirás.
Tus entrañas se llenarán de cariño y calidez,
su imagen será lo último que veas cada día
antes de volar en el mundo onírico.
Dejarás a un lado la rabia por lo que pudo haber sido
y lucharás por el futuro.
Tú y él, sois dos.
Tú y él os encontraréis en vuestra madre.
Tú y él, seguiréis sus pasos.
Él te mirará a través de sus ojos,
te hablará a través de su corazón
y te abrazará con sus brazos.
Él, inunda tu alma y la suya.
Yo, con humildad, amor y pasión
encaro las puertas de tu vida.
Caminaré detrás de ti.
Seré, tú.
Gonzalo y Alberto Torres
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