Mar sin náufrago
La blancura de la espuma de mar se pierde en la orilla de tus ojos. El sol envidia la brillantez de tus mejillas. Los vientos cantan entre el baile de tus carmines cabellos. Biznagas inundan de pureza el perfil de tu sonrisa. El caminar de mis palabras se pierden en el reflejo de tu silueta. Besos furtivos huyen despavoridos del vendaval. Mis labios, con nerviosa premura, corren en busca del cobijo de tu pelo. Las olas rompen con fiereza bajo el abrazo de nuestras miradas. Faros que dejan huérfanos a náufragos por iluminarte. Marineros que imploran luz al firmamento de tu voz. La rosa de los vientos, suspira por ti. Orientarse, ya sólo tiene sentido si es en tu misma dirección.
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La luz de las velas yace en oscuridad. Ya despunta el alba en las comisuras de tu moruna tez. El destello de tus altaneros ojos marca el horizonte. La luna, celosa de mis anhelos, se esconde en el fulgor de tu sonrisa. El ruidoso canto de la despedida resuella en nuestros labios. El jugo de tu voz se mezcla en el vaivén de las horas. La noche, languidece bajo el martilleo de la lluvia. Tormenta de suspiros entrecortados en retirada mientras el susurro de tu pelo busca consuelo en mi pecho. El amanecer del adiós, irrumpe en la habitación. Desangelado y sin corazón, ya no sé si quiero días o noches sin Kórinthos.
Musa de mis temores, que tantos fulgores y pesares me brindas. Hoy, me levanto con el afán de dormirme en tus labios. Sonrojado semblante de andaluza algarabía. Perderme en tus cantares yo quisiera, para así acabar con esta tiranía. Volar entre tus rincones, amar la vida y llorar mil azahares. Sueños de marineros sin mares. Desvelos de un pobre náufrago a la deriva. Caprichosos designios que nos alejan y encumbran en el ayer. No existen mañanas sin el jazmín de tu sonrisa. No existen mañanas sin el verso de nuestras manos. No existen mañanas, sin el compás de nuestro latir.
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