De esas pequeñas pero grandes cosas

Unas breves reflexiones de esas que apuntas en cualquier sitio y que tienen derecho a salir a la luz de vez en cuando, aquí os las dejo...

La vieja escuela

Vengo de la vieja escuela, y sólo tengo 21 años. Puedo recordar los años en los que estudiaba primaria, y sobre todo algo que, hasta que avancé en mi formación, veía anecdótico. En los seis años que cursé en mi colegio de primaria (98-04), en las diferentes clases que estuve, había una cosa que siempre me llamó la atención, un crucifijo. No porque me llamase la atención me preguntaba por qué debía de estar ahí, porque simplemente, estaba. Pude saber que ese crucifijo venía relacionado con la clase de religión, católica, apostólica y romana. Era una clase divertida, dibujos, cuentos, películas, hasta juegos. Si ese crucifijo tenía que ver con esa lúdica clase, lo veía normal y hasta correcto. Cuando llegué a la secundaria, un sinfín de nuevas cosas me abordaron, me daban la posibilidad de coger o no, esa asignatura que en primaria era momento de diversión: religión; comprobé que ya no había crucifijo; que había gente que no elegía religión. Yo, elegí religión el primer curso, pude comprobar cómo se continuaba con la línea de desconexión académica. La volví a escoger en segundo, tercero y cuarto de la ESO. Ahí fue el punto de inflexión. Gracias a la curiosidad y a la Historia me di cuenta de cómo llevaban vendiéndome una moto desde pequeño que no era la que yo pensaba que era. Hoy, veo como arman el entramado de la nueva escuela de Wert y lo veo con miedo, terror, cómo un político, un partido, que gobierna sobre los ciudadanos con la tiranía de la mayoría absoluta, pone en bandeja el acceso a la educación a una institución de los tiempos de las caballerescas, a una institución rebosante de podredumbre e hipocresía.


El Olimpo alemán

En la cima, desde hace un mes, todo me parece que está en una extraña calma, la sociedad parece estar suspendida en una nube placentera, cubierta con un tupido velo que les protege. Envidio su tranquilidad. Aquí, entre algodones, todo fluye, el dinero va y viene, la gente trabaja, estudia, y consume, sobre todo, consume. Parecen felices, no oyen crisis, desigualdad, pobreza, hambre, tampoco lo ven, solo consumen. Su país es la cabeza de Europa, su país es quien dirige Europa, su país es quien decide sobre los demás, su país es quien condena a otras personas;  pero aquí no se les ve impresionados o siquiera conscientes, ellos viven y consumen a placer. Ellos, los alemanes, siempre corteses y correctos, dioses europeos, pecan de inmorales, deshonestos, desde ahí arriba no nos quieren ver. Y es que, allá en el Olimpo, se trabaja, se estudia, se vive, y sobre todo, se consume. Ellos, son al fin y al cabo, resultado de la forja de Hefesto, siendo el molde confeccionado por Zeus, a su semejanza, fríos, de hierro. Mientras, los mortales mediterráneos, seguiremos estando condenados por unos dioses que no tienen por qué redimir nuestros pecados.


¿El Olimpo alemán?

Alemania no es la panacea. Ocho meses en el llamado cielo económico, donde nos dicen que todo va sobre ruedas, me han bastado para poder comprobar de que nos equivocamos cuando elogiamos el sistema alemán. Muchos alemanes, sobre todo en la comunidad universitaria, muestran su temor con las políticas que se están tomando en su país y la Unión Europea. “Burbuja banquera” me dicen. Si analizamos el dinero que tienen los bancos alemanes repartidos por los estados y entidades de los demás países de la Unión, podríamos asignarle a cada alemán una porción, aproximadamente, de 60.000 euros, y contando que Alemania tiene 82.604.000 de habitantes, estaríamos hablando de una cantidad desmesurada, de la que el gobierno alemán es artífice y de la que espera sacar beneficio. Ese espera puede ser peligroso, igual que lo era el ladrillo, por eso me hablan de burbuja. Y con mayor indignación si cabe me hablan de la mentira del empleo en Alemania, de los 41 millones de trabajadores que tiene el país, 7 millones corresponde a los llamados “mini-jobs”, ese crimen en el que son explotados los trabajadores para conseguir no más de 400 euros al mes. Es imposible vivir con ese sueldo en éste país, que te cobran hasta por ir al baño. Por esto, entre otras cosas, me atrevo a decir que ya que estamos condenados al exilio, no nos condenemos al yugo alemán.


Reforma Sistema Electoral

Que el sistema electoral español necesita una profunda reforma no se le escapa a nadie, bueno, a aquellos que ostentan el poder y se benefician del actual sistema sí que se les escapa. Allá por la no tan lejana época de la transición se decidió establecer una fórmula electoral que propiciase la gobernabilidad y que a su vez tranquilizase las ambiciones de los partidos nacionalistas de las llamadas “regiones históricas”. Así pues, una vez cumplidos esos objetivos es entonces entendible que no se proponga cambiar el sistema, puesto que por una parte, los partidos nacionalistas se ven favorecidos al verse sobrerrepresentados en ambas cámaras en relación a su número de votos; y por otra parte, esa gobernabilidad ha derivado en un bipartidismo (PP y PSOE) donde ambos contendientes son los únicos que pueden pujar en la mayoría de las cuotas de poder. Está claro lo que tenemos y las consecuencias de lo que tenemos, una vez llegados a este punto se hace necesario replantear la cuestión y fijar nuevos objetivos. Es aquí donde se deben de poner encima de la mesa una serie de propuestas para que sean consideradas y que una vez consensuadas se hagan realidad. Pienso que se deberían de plantear unos objetivos diferentes a los actuales, empezando por eliminar ese “privilegio” a los partidos nacionalistas y equipararlos a los nacionales o repensar mecanismos que no hagan perjudicar a otros partidos nacionales de menor alcance, buscando más que un simple criterio de igualdad un criterio de justicia equitativa. Por otro lado se debería de apostar por un sistema electoral que favorezca una mayor presencia de partidos en las cámaras (sobre todo para evitar aquello de la tiranía de la mayoría absoluta), además de poner especial hincapié en conseguir que se puedan formar gobiernos de coaliciones, lo que haría necesario la búsqueda de consenso entre varios grupos parlamentarios y haría de las cámaras un lugar de debate real y las establecería como las casas del diálogo y consenso político, no como la pantomima que son en la actualidad, en especial el Senado. Otro punto a desarrollar sería el de crear un sistema electoral que se centrara en la delegación ciudadana a un político en vez de la actual representación política. A través de la delegación el representante se debe a sus votantes y no puede darle libremente la espalda, además de que esto acercaría la clase política a la ciudadanía. Se podría conseguir con períodos electorales más cortos. Otro punto interesante sería el de plantear un sistema de votación con listas abiertas. Si el problema no es el número de posibilidades de mejora, el problema es quien tiene que hacer los cambios.

"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez"

Gabriel García Márquez

Comentarios

Entradas populares de este blog

Donde da la luz

Descubriendo la isla: Samaná

Titanes de a pie