Descubriendo la isla: Samaná
Vengo del paraíso, y me he quemado las orejas. Algún precio había que pagar. Y es que, pobre de aquellos que piensen que República Dominicana es Punta Cana, Bávaro y no más. Ahora podréis ver como hay más allá de las vallas de los hoteles, y que sobre todo, la extensa, implantada y hasta indecorosa idea de que salir del hotel es peligroso, está más que desmontada. Un consejo, así de gratis, igual que todo en la vida, no tenemos por qué ser simples borreguitos y quedarnos dentro del cerco que nos pongan, viniendo muy al dedo el asunto de los hoteles que hablaba. Así pues, ahora que os habéis mojado por encima de las quebrantables técnicas de pastoreo, pasemos a zambullirnos en Samaná. Al norte de la isla, y a unas escasas tres horas en coche de Santo Domingo, está la península de Samaná, con su bahía, su inmensa y espectacular vegetación, su agradecida tranquilidad, su santuario de ballenas jorobadas y sus estratosféricas playas. La carretera hasta llegar a Samaná se convierte ca...